Seguridad psicológica = mentes creativas, corazones seguros.

Disclaimer: este snack 🍍 aplica a cualquier equipo de cuanta industria exista, no sólo a agencias.

Desde Gratia queremos compartir, no unas buenas prácticas, sino LA buena práctica que puede salvarte de estas dolorosas preguntas:

🤨 ¿Por qué otros equipos son más innovadores que el mío?

🥺 ¿Por qué, si contrato gente talentosa, se apaga?

🥴 ¿Por qué se me van los creativos y me quedan los poco innovadores?

Respuesta: casi seguro, por la seguridad psicológica que ofrecés como líder, equipo o empresa.

Amy sabe un montón.

Amy Edmondson es profe de Harvard y define a la seguridad psicológica como “la creencia compartida de que el equipo es un lugar seguro para asumir riesgos interpersonales”. Bajado a tierra, es la confianza de saber que podés proponer y hacer sin temor a ser humillado, ignorado o castigado.

Creenos: es el cimiento sobre el cual se construye la creatividad, y produce resultados incluso superadores a la habilidad de los individuos sueltos. Cuando esta seguridad existe, las personas naturalmente hacen estas cosas:

* Corren riesgos creativos: proponen o experimentan ideas audaces, aunque parezcan locas al principio. * Expresan: opiniones, pensamientos, inquietudes e inseguridades, sin miedo a las críticas. * Se bancan los errores: saben son parte del aprendizaje y que las fallas son oportunidades para crecer. * Aprenden y enseñan: hay confianza para pedir y dar feedback constructivo, lo que energiza al grupo.

¿En tu equipo eso no pasa? Luz amarilla: la creatividad no florece bajo intimidación. Veamos cómo revertirlo.

Si sos líder, esta sección es para vos:

Crear seguridad psicológica depende, pura y exclusivamente, del líder y la cultura o subcultura que fomente. Acá te damos unos accionables básicos:

1. Sé modelo: promové el diálogo, escuchá activamente y valorá la diversidad de perspectivas. 2. Celebrá los experimentos: reconocé que los errores por experimentación (no por negligencia) son parte del proceso creativo. Creá un clima donde se valore el aprendizaje y se celebre la prueba, aunque no siempre se logre el éxito deseado. 3. Reconocé las contribuciones individuales: felicitá los logros, grandes o pequeños. Reconocer refuerza la seguridad y la autoestima del equipo.

Tené en cuenta que las personas tendemos a proyectar en otros nuestros propios defectos. Mirate al espejo y reflexioná con honestidad: ¿estás creando un ambiente seguro para tu equipo? Cuando das feedback, ¿polinizás o marchitás? ¿Aceptás desafíos a tus ideas? ¿Permitís comentarios o mejoras a lo que a vos proponés?

¿Te podemos sugerir algunas ideas para que eso suceda? Bueno, dale:

1. Pinchá el ego. Suele resolver el 80% del problema. 2. Hablá con tu equipo y preguntales cómo se sienten cuando interactúan con vos, y qué necesitan para sentirse más seguros y creativos. 3. En la diaria, dejá que te den feedback, porque éste siempre es bidireccional. Pedilo, hacé reuniones retrospectivas, que te ayuden a ver si hay algo que podés mejorar. Y comprometete a hacerlo. 4. Practicá la escucha activa. Escuchar no solo significa oír. Significa alentar y hacer preguntas relevantes para validar las contribuciones de las personas y reforzarles que sus ideas importan. Por ejemplo, usá frases como “Eso es interesante, ¿podrías desarrollarlo?” o “Explicanos más…”, “¿Cómo te imaginás que…?” y preguntas que abran y no cierren. Dales el espacio para que contribuyan y piensen. 5. Reconocé el esfuerzo, no sólo el éxito. Cuidado con esto: si sólo celebrás los resultados finales, podrías estar desincentivando la experimentación. Cambiá la mirada y detectá también cosas buenas para reconocer y reforzar, en vez de sólo indicar lo que no salió bien. 6. Pinchá el ego. Ya lo dijimos, pero se vuelve a inflar rápidamente.  

Si tenés miedo al conflicto dentro del equipo, esta sección es para vos:

El desacuerdo y el debate apasionado pueden ser motores de ideas innovadoras. El secreto es gestionar el conflicto de manera constructiva.

Enseñale a tu equipo la diferencia entre atacar un problema o una idea y atacar a una persona: las personas son sagradas; las ideas son para pegarles hasta pulirlas y hacerlas brillar, o descartarlas si hay ideas mejores.

La creatividad no nace del miedo o el verticalismo, sino de la libertad y el debate.

¿La seguridad psicológica es lo mismo que el buen clima laboral?

No. Puede haber un buen clima con un amo que piensa y 20 esclavos que obedecen. Acá se trata de lograr que todos piensen.

Sí se puede.

Podés evitar que tu equipo sea un Triángulo de las Bermudas de la creatividad. ¿Rotaste un montón personas, cambiaste 20 agencias o consultoras y ninguna funcionó? Quizá vos seas la causa.

Como líder (o cliente), tenés el poder de cultivar ese entorno en donde los talentosos brillen, las ideas fluyan y los experimentos se vean como parte del aprendizaje. Ojalá este artículo contribuya a ello.

Para nosotros es un placer trabajar para empresas de ese tipo: podemos co-crear, podemos proponer, volar y presentar iniciativas. Si tu empresa es así, te felicitamos. Ah, avisanos y hacemos algo juntos, ¿dale?

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El río bipolar: la estrategia definitiva para liderar el cambio.

Cuando ves un río, estás viendo dos ríos al mismo tiempo: uno que fluye y otro que permanece.

El que fluye es el agua que sube, baja, se acelera, se aquieta.

El que permanece es el lecho; sólido, contenedor, rocoso, previsible.

Es el lecho y no el agua lo que da identidad a ese río; por eso podemos distinguir al Nilo del Amazonas.

¿Demasiada poesía? No, pura estrategia de negocios; porque gestionar los dos ríos es la gestión definitiva de CEOs y managers.

Atención al snack 🍣 que viene.

 

Profundicemos la analogía.

“Profundicemos”, ¿la agarraron? Pensamos en todo, ¿eh? 🥁

Ahora, en serio: toda empresa (o área de una empresa) es una dualidad natural donde conviven el agua (productos o servicios, propuesta de valor, clientes, procesos) y el lecho (identidad, propósito, cultura).

Pero el cambio lo cambia todo. Éste sí o sí va a existir; sea autoimpuesto o forzado por la competencia, la sociedad y las tendencias. Es el pulso que mantiene viva a una organización. La clave reside en cómo logramos que estos dos ríos convivan de manera armoniosa. Es decir, gerenciarlos con equilibrio entre la adaptación y la preservación de nuestra identidad.

 

Estrategia pura: ¿qué río estoy gestionando?

Si las demandas (del mercado o de otras áreas internas) se transforman a una velocidad vertiginosa, el impulso inicial y lógico es enfocarse en gestionar el agua:

* Escuchar activamente a la demanda: entender sus cambios, las nuevas expectativas de la sociedad, las acciones de los competidores, observar, leer entre líneas, interpretar los deseos y necesidades de los clientes, las tendencias. * En base a lo anterior, innovar constantemente en la propuesta de valor. * Y como consecuencia, flexibilizar y cambiar los procesos y equipos: vivir en destrucción creativa, beta continuo, cambiando la forma en que nos organizamos para entregar valor.

Esto demanda mucha energía, sí, pero si no lo hacemos, por más hermoso lecho que tengamos, el río quedará seco.

Pero cuidado, si cambiamos toda el agua a tontas y locas, ¿cómo asegurarnos de que nuestra identidad se mantenga?

Hay un riesgo de confundir los ríos: si somos una marca y cambiamos radicalmente lo que vendemos, podemos desposicionarnos. Por ejemplo, podría sonar sensato que Nike vendiera alimentos para deportistas: es fuerte en deporte, tendría el aval de la marca (lecho), pero el producto (agua) sería tan extraño, que quizá confundiría y la gente prefiriera seguir comprándole a una marca posicionada únicamente en alimentos. Nike vendiendo comida sería confundir los ríos.

Lo mismo pasa puertas adentro en las empresas: si mi área (lecho) da equis valor, por ejemplo, soporte técnico a un sistema (agua); y dicho sistema se deja de usar, ¿el río se seca? ¿El área desaparece, o había algo más que el mero soporte técnico, y mi trabajo era dar apoyo al negocio? Si fuera así, podría reinventarme como área de soporte más general, independientemente del asunto técnico.

Si no, chau río: tu agua era tu identidad.

Esta lucidez de saber qué río gestionamos es crucial para comprender cómo conviven los procesos dinámicos, las demandas en constante evolución, y… la alineación de los equipos y la cultura, lo que viene ahora.

 

¿Si fuera todo cambia, qué comunico hacia adentro?

Las personas amamos las zonas de confort, la estabilidad y sufrir por los cambios. El cambio va en contra de la inercia y produce inseguridad. Por eso, en Gratia usamos un concepto llamado la coherencia de lo contradictorio.

Nos explicamos: la coherencia construye confianza, sí, pero los vaivenes de rumbo pueden parecer (o ser) contradictorios. Ejemplo: veníamos diciendo religiosamente que tal o cual servicio no lo brindaríamos jamás, y ahora viene un cliente, lo pide y empezamos a hacerlo, ¿contradicción? ¿No resistimos un archivo? Ni. Si cambio tiene un propósito estratégico, si explicás que ese movimiento se justifica en términos del valor añadido, a las personas se les hará más simple entender que podemos reinventarnos sin perder la esencia.

La coherencia de lo contradictorio implica estar muy seguro de lo que decidís hacer en tal o cual momento, pero si la realidad te abre los ojos y te obliga a cambiar, no vivirlo como un trauma, sino como una evolución. El propósito no cambia, siempre termina guiando las decisiones: cada adaptación debe estar alineada con él y los valores de la empresa. La esencia se puede mantener aún en un mundo en movimiento.

Los valores se mantienen, pero la cultura refuerza la identidad y el sentido de pertenencia.

Y si toca comunicar hacia dentro esta dualidad entre el cambio y la estabilidad, ¿cómo hacerlo sin que las personas entremos en cortocircuito? Acá te compartimos algunas sugerencias:

* Liderá con el ejemplo y aportando una visión: o andate. Uh. * Sé claro: asegurate de comunicar de manera clara y constante el por qué de los cambios, alineados al propósito, y qué se espera ahora de los equipos. Comunicar razones es generar confianza. * Empoderá a tu gente: el cambio necesita perspectivas nuevas, por lo tanto, generá seguridad psicológica para que los colaboradores se sientan empoderados para sacarse dudas, tomar decisiones y aportar ideas. * Habilitá el aprendizaje continuo: fomentá un ambiente de aprendizaje y experimentación continuos para adaptarse a las nuevas tecnologías y tendencias y lo que haya que aprender. * Da apoyo para la resiliencia organizacional: contené a los estresados, orientá a los perdidos, explicá que el cambio no es la excepción, sino la regla del juego, y que sentirse desorientados o enojados es normal, pero el equipo nos sostiene a cada uno como personas.

Vamos cerrando con dos miradas:

 

Mirar río arriba.

Mirar al pasado ilumina el presente. Es energizador volver a contemplar en dónde nacimos y de dónde venimos (ejemplo: el garage de Mercado Libre), qué nos trajo hasta acá (su espíritu emprendedor), qué nos hizo fuertes, qué nos golpeó y cómo aprendimos y nos perfeccionamos. Todo eso nos otorga una historia compartida, delinea nuestro carácter y nos hace absolutamente únicos.

En tiempos turbulentos, el “mito fundacional” — que a veces no tiene nada de mito —  el recorrido y nuestro ADN son guías para reenfocarnos, repensarnos y accionar sobre el producto o servicio que producimos, que puede o debe cambiar si el mercado cambia.

 

Mirar río abajo.

Mirar al futuro dinamiza el presente. Un río es la percepción de una cohesión; es cómo nos perciben nuestros clientes y colaboradores. Somos una promesa, una identidad, un devenir y nos compran eso.

Si el mercado entiende que somos un algo en movimiento, que nuestra marca evoluciona sin perder su esencia, seguirá confiando en nosotros y será nuestro reaseguro en el futuro.

Si los colaboradores también perciben lo mismo, entenderán que, en donde trabajan no hay ni caos ni paz de cementerio, sino una dinámica caórdica y, en ese modelo, el cambio es parte de la cultura.

El cambio y la estabilidad están destinados a convivir sin chocar. Podremos cambiar mil veces los procesos, equipos y esquemas, y eso será lo normal. Nos reinventaremos todas las veces que sean necesarias para mantenernos relevantes en un mercado que evoluciona rápidamente. Si los equipos entienden y se alinean con eso, todo fluye mejor.

Y ahora sí, cerramos: todo líder está obligado a gestionar la estrategia del río doble, el equilibrio entre la innovación constante y la identidad inmutable. Nadie dijo que fuera fácil. Pero de que es divertido, no tengas dudas.

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La psicología de la creatividad en equipos de alto rendimiento

En Gratia nos hicimos esta pregunta: ¿qué pasa si dejamos de ver la creatividad como un acto heroico individual y la abordamos como un fenómeno colectivo? Es decir, sin que sea exclusiva del área creativa, sino amplia, donde todos formamos un enjambre de mentes creativas. Ahí es donde las cosas se ponen interesantes. Pero muy desafiantes.

Como primer paso, hay que entender que los equipos de alto rendimiento creativo no surgen por casualidad, sino que se diseñan y nutren de ciertos factores básicos. A nuestro criterio, son cuatro, nada más:

1. Seguridad psicológica. 2. Diversidad cognitiva. 3. Flujo de trabajo efectivo. 4. Manejo del conflicto constructivo.

Veamos cada uno, en su versión snack 🍓

 

1. Seguridad psicológica: sin confianza, no hay ideas locas (ni brillantes).

Imaginá una reunión creativa: todos están callados, mordiéndose las uñas, porque alguien del equipo suele desarmar las ideas más arriesgadas con una mirada. Resultado: pura mediocridad.

La seguridad psicológica, un término popularizado por Google en su estudio Project Aristotle, es la base para la innovación en equipo. Es la sensación de que cualquiera puede proponer ideas (incluso absurdas) sin miedo al juicio o la humillación.

Te damos un par de tips: el primero, ¡escuchá! Creá espacios en donde todas las ideas sean escuchadas antes de ser evaluadas o rechazadas. Hay dinámicas que ayudan, como romper el hielo con “el peor concepto posible” y generar risas… o genialidades inesperadas.

El segundo tip: frená al que genera inseguridad en otros. Si sos vos, replanteate la manera en que confrontás o hacés sentir inseguros a los otros. Si es alguien de tu equipo, tené una conversación profunda mostrando los efectos que produce su sabelotodismo y maneras de minimizar o confundir a los demás.

 

2. Diversidad cognitiva: más mentes distintas, menos cajas de resonancia.

Que todo pensemos igual es comodísimo, pero la creatividad ama los choques de perspectivas. Los equipos con diversidad cognitiva (distintos estilos de pensamiento, experiencias y enfoques) son más rápidos y ricos para resolver problemas complejos.

Sin embargo, cuidado con la trampa de la diversidad: no se trata sólo de sumar perfiles exóticos al equipo; es cuestión de hacer que esas diferencias sumen, no choquen o sean imposibles de integrar. Ser exótico no significa ser talentoso, ni mucho menos contributivo.

Cuando vayas a armar un equipo, mezclá disciplinas y dejá en claro lo que cada uno sabe y en lo que puede contribuir. Un creativo publicitario trabajando con un data scientist o un UX designer puede crear ideas que de otro modo nunca habrían nacido.

 

3. Flujo de trabajo: o flow, para los amigos.

¿Escuchaste hablar del estado de flow? Es ese momento en que el tiempo vuela porque estás completamente inmerso en una tarea. Ahora, imaginá a todo un equipo entrando en ese modo sincronizado.

Para que ocurra, las tareas deben ser lo suficientemente desafiantes para estimular, pero no tanto como para generar frustración. Además, las interrupciones constantes (notificaciones, reuniones innecesarias) son el enemigo número uno del flow.

Para evitar que los equipos creativos pasen su tiempo en tareas “manuales” como buscar información o coordinar entregas, una excelente y necesaria idea es automatizar procesos. Esto libera espacio para el pensamiento estratégico y las ideas brillantes.

Nuestro consejo es que automatices todas las cosas rutinizables, para no perder tiempo en tonterías manuales. Y procurá diseñar “bloques de creatividad” en el calendario del equipo, libres de distracciones, en donde todos entiendan el propósito detrás de ese espacio, porque un objetivo claro fomenta el enfoque.

 

4. Manejo del conflicto constructivo: la fricción adecuada enciende chispas.

Los grandes equipos no evitan el conflicto, lo usan como motor. La clave está en diferenciar el conflicto destructivo (peleas personales, egos descontrolados) del conflicto constructivo, ése que surge cuando las ideas se desafían con respeto, ánimo constructivo y curiosidad. Luchan las ideas, no los egos. Se busca llegar a la verdad, no ganar una discusión.

Los equipos que practican debates constructivos tienden a producir soluciones más innovadoras. ¿La razón? La fricción bien manejada obliga a pensar más allá de lo obvio, los egos se pulen y las ideas son más ricas.

Esto es un tema cultural. Si en tu equipo hay reglas del juego claras para el debate, todo es más sencillo. La básica es que se atacan las ideas, no a las personas. Hay herramientas super útiles para ayudar a los inseguros o introvertidos, como el brainwriting (escribir ideas antes de discutirlas), que nivelan el campo y dan voz a los que les cuesta hablar.

 

¿Y ahora qué?

Como vimos, creemos que un equipo creativo no es un grupo de genios aislados, sino una máquina bien aceitada donde cada engranaje cumple su función (perdón la metáfora del siglo XIX). Esto requiere liderazgo consciente, sistemas de trabajo bien diseñados y, sobre todo, una cultura que valore tanto el riesgo como el respeto.

Si sos líder o formás parte de un equipo, podés preguntarte:

* ¿Estoy fomentando la confianza para que todos se animen a aportar? * ¿Estoy aprovechando la riqueza de perspectivas en mi equipo? * ¿Cómo puedo optimizar los flujos de trabajo para liberar más tiempo creativo? * ¿Estamos debatiendo las ideas de manera constructiva, o sólo evitando conflictos?

La creatividad colectiva no es un arte misterioso, es una ciencia aplicable. Así que, la próxima vez que tu equipo enfrente un desafío, recordá: no necesitás más tiempo o presupuesto. Sólo necesitás hacer que las condiciones sean las adecuadas para que las ideas fluyan y las personas se sientan seguras y estimuladas para contribuir.

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El modelo de arquitectura de marca perfecto: ¿existe?

En Gratia tenemos algunos clientes con un portafolio de marcas muy extenso. Y muchas veces vuelve a surgir la pregunta fundamental: ¿hay un modelo de arquitectura de marca que sea perfecto? La respuesta breve es no.

Listo, ya podés ir a hacer otra cosa, chau.

¡Pará, no te vayas! Si querés saber más, te contamos que sí hay un modelo óptimo para tu empresa, siempre que entiendas los matices de cada enfoque, cómo se alinea con tu estrategia de negocio y que la arquitectura de marca no es un marco rígido, sino una herramienta estratégica para maximizar claridad, eficiencia y valor de mercado.

Pero como toda herramienta, su eficacia depende de cómo la uses. Acá te compartimos los principales modelos de arquitectura de marca y algunas orientaciones sobre cómo elegir el que mejor funcione para tu portafolio.

 

Para los nuevos: ¿qué es la arquitectura de marca?

En esencia, es la forma en que se estructuran las marcas dentro de una organización. Desde una perspectiva práctica, define las relaciones entre la marca principal (corporativa) y sus submarcas o productos.

Su objetivo principal es simplificar la experiencia del cliente y reforzar la identidad y el propósito de las marcas bajo su paraguas. Esto ahorra tiempo, plata, mientras potencia el posicionamiento.

Pero, como decíamos, si bien no hay uno perfecto, hay varios modelos para armar una arquitectura óptima. Veamos las ventajas y desafíos de cada uno.

 

MODELO 1: la marca monolítica o “Branded House”.

Ejemplo: Google. Este modelo unifica todos los productos y servicios bajo una única marca corporativa y gigantesca. Gmail, Google Drive y YouTube están bajo el paraguas de Google, lo que refuerza la identidad global y da tranquilidad al cliente.

Es un esquema ideal para empresas con productos relacionados que comparten valores, audiencias y propósitos claros. Los productos se polinizan mutuamente y la experiencia cliente se unifica. Si tenés una marca así, está buenísimo, porque hay mucha sinergia en el reconocimiento de marca y el valor emocional, lo que reduce costos de marketing y diseño.

Sin embargo, hay desafíos latentes, porque el potencial riesgo reputacional se amplifica. Es decir, un error en un producto puede afectar a toda la marca. La polinización cruzada virtuosa se puede volver viciosa. Si bien un producto no es la marca, cuando la marca es mamá de muchos productos, si alguno de estos falla, puede llegar a contaminar al resto.

Por eso, en este modelo es tan importante tener buenos protocolos de crisis y “eyección” de productos complicados, para que un problema no afecte a todo el portafolio.

 

MODELO 2: individualista o “House of Brands”.

Ejemplo: Procter & Gamble. Cada producto es una marca independiente, como Pantene, Gillette o Tide, con su propio posicionamiento, audiencia, narrativa y equipo.

Las ventajas son obvias: brinda máxima flexibilidad para atender a diferentes audiencias y segmentos, al mismo tiempo que mitigan el riesgo, porque un problema en una marca no afecta al resto. Ahora bien, los desafíos no son desdeñables, porque cada marca requiere recursos independientes de marketing y diseño.

Este modelo es óptimo para empresas diversificadas con líneas de productos que no comparten el mismo público objetivo o valores. Lo más normal es que cada marca tenga una agencia diferente, especializada en la industria o segmento de la misma.

 

MODELO 3: Híbrido o “Endorsed Brand”

Ejemplo: Marriott International. Esta empresa combina una marca principal con submarcas independientes, como Marriott Bonvoy o Ritz-Carlton.

La hibridez da la ventaja de aprovechar la reputación de la marca madre sin opacar a las submarcas y ofrece flexibilidad para adaptarse a diferentes segmentos. Funciona bien para empresas con audiencias diversas, donde las submarcas necesitan algo de independencia, pero también el respaldo de una marca madre sólida.

Pero cuidado, siguiendo con el ejemplo de la hotelería: si tu marca tiene el mismo nombre o similar y va de “menos lujo a más lujo”, es importante que la gente entienda “en qué marca está” para no generar falsas expectativas y sus posteriores desilusiones. Por eso es crucial evitar la confusión y tener una clara consistencia en la narrativa.

 

La pregunta fácil (guiño-guiño): ¿cómo elegir el modelo adecuado?

No te podemos dar una respuesta sin conocerte, pero sí algunos puntos de análisis para pensar juntos. Veámoslos:

1. Conocé tu portafolio. Hacé un análisis profundo de tus productos, audiencias y propósito. ¿Tus marcas necesitan independencia o pueden beneficiarse de una narrativa unificada?

2. Evaluá los recursos disponibles. ¿Tenés el presupuesto para mantener múltiples marcas independientes, o es más viable centralizar esfuerzos bajo un solo paraguas?

3. Anticipá el crecimiento. Tu modelo de hoy debe permitir el crecimiento de mañana. Si planeás expandirte a nuevos mercados o lanzar productos diversificados, considerá un modelo híbrido.

 

El dilema del modelo perfecto.

 

Todos piensan que sus competidores tienen el modelo perfecto, pero esto no es siempre así. El modelo perfecto no es una receta, sino una decisión estratégica que debe alinearse con las metas, cultura y capacidades de tu organización. Más allá de elegir un esquema, lo importante es mantener la coherencia narrativa y emocional en cada interacción con tus clientes.

Te sugerimos pensar en tu arquitectura de marca como un lienzo: el diseño inicial importa, pero también la capacidad de adaptarlo a medida que tu negocio evoluciona. Si sos una startup, será una cosa. Si sos una empresa consolidada, seguramente irás por otro modelo. Mirá tendencias de consumo, cambios sociales, contextos culturales y otros datos del negocio y la sociedad para usarlos como insumo de análisis.

 

Una yapa: algunas tendencias actuales en arquitectura de marca.

Ya vimos los modelos tradicionales y algunos criterios que permiten construir infinidad de arquitecturas para distintas empresas o industrias. Si tenés ganas, te invitamos a explorar lo que se viene.

1. Simplicidad como estrategia. Las marcas percibidas como simples tienen más probabilidad de ser recomendadas por los consumidores. ¿Qué significa esto para la arquitectura de marca? La vieja frase de menos es más. La tendencia apunta a modelos que priorizan la claridad, eliminando complejidades innecesarias. La gente no une puntos.

2. Adaptación digital. La era digital exige coherencia en todos los puntos de contacto, desde redes sociales hasta aplicaciones. Esto está llevando a muchas empresas a replantearse sus arquitecturas para unificar la experiencia del usuario en plataformas digitales, evitando confusiones y unificando la narrativa multiplataforma.

3. Propósito sobre productos. Hoy, el propósito de la marca puede ser más importante que los productos que vende. Por eso, modelos como la arquitectura monolítica han ganado relevancia, ya que refuerzan una identidad clara y valores corporativos alineados. Esto no aplica a todo, pero si lográs una fidelidad a un propósito, las futuras marcas hijas ya nacerán con una buena reputación.

 

¡Cerremos con esperanza!

La arquitectura de marca perfecta no existe (sorry) pero podés construir un modelo sólido para tu organización si conocés tus fortalezas, presupuestos y objetivos.

El secreto es diseñar estructuras que puedan contar tu historia con claridad y resonancia. Así, cada decisión que tomes no será solo un paso táctico, sino una inversión en la longevidad y el poder de tu marca.

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Dude, el pato de goma influencer.

En Gratia buscamos hacer lo no intentado, y nos gusta la gente que arriesga para ganar. En este snack 🥑 de caso de éxito te contamos un ejemplo.

 

El cliente.

Howdy.com es un startup de tecnología con base en Texas, que contrata el mejor talento de Latinoamérica para trabajar con empresas y proyectos de USA. Tiene una propuesta de valor maravillosa que la diferencia de las miles de software factories o consultoras que dan vueltas por ahí.

Howdy.com

El desafío.

El objetivo era seguir potenciando su marca empleadora, reforzando su posicionamiento y generando leads de potenciales colaboradores. En una industria altamente competitiva, era vital mostrar por qué trabajar en Howdy era diferente.

Y, si bien la empresa ya tenía canales (Instagram, Linkedin, Facebook y YouTube), faltaba un espacio para contar cosas mucho más frescas sobre el día a día.

La idea.

Propusimos crear un canal de TikTok 100% dedicado a Dude, un pato de goma programador. Y así fue que Dude By Howdy se convirtió en su plataforma de awareness y viralización para hacerlo una celebridad.

¿Por qué un patito de goma? Porque es un código super conocido de la industria: los programadores recurren a la técnica del rubber duck debugging para resolver sus problemas con el código. Dude era ideal para la audiencia que buscábamos.

La ejecución.

Detrás de un gran pato, siempre hay un gran equipo. El team de diseño creó el personaje. Un ingeniero lo modeló e imprimió la cabeza en 3D, una modista hizo la ropa y el equipo audiovisual le dio el histrionismo necesario para que conectara con el talento potencial y pudiera mostrar el Howdyverse y los beneficios de trabajar en la empresa.

Durante más de un año publicamos videos de la vida de Dude, no siempre alegre ni tranquila.

Empezando cuando se enteró de que fue nombrado TTO (TikTok Officer)…

https://vimeo.com/1044189547

O aquel shock al ver el código que escribió otro programador…

https://vimeo.com/1044185412

O teniendo miedo de quedarse sin trabajo por la IA…

https://vimeo.com/1044187724

Ni hablar de cuando quiso ponerse fit…

https://vimeo.com/1044189497

O tuvo pesadillas con la vuelta de Windows XP…

https://vimeo.com/1044190442

O aquel almuerzo de negocios que se complicó por no tener dedos…

https://vimeo.com/1044189515  

Lo mismo que el hecho de entrar a la oficina…

https://vimeo.com/1044187487

O chocar los cinco con sus compañeros…

https://vimeo.com/1044187380

Y aquella memorable ocasión en la que descubrió su verdadero ser.

https://vimeo.com/1044189227

¡Y así cientos más!

Los resultados.

En enero del 2025, el canal cuenta con más de 115.000 vistas y 7044 likes, Dude es un asset marcario de Howdy, tanto para marca empleadora como para la comunicación interna.

El aprendizaje clave.

Un personaje de marca bien desarrollado permite humanizar y crear una conexión emocional con la audiencia. El secreto es entender el mindsetting del canal y mantener la creatividad consistente del contenido, la total frescura, la ingenuidad y hasta “malicia” del personaje. Todo esto provoca empatía y adopción.

 

Siempre es con Howdy, Dude y Alexa. No, Alexa no.

Cuando presentamos la idea, pensábamos que nos iban a despedir. ¡Al contrario! Los co-founders y el equipo de marketing regional amaron a Dude desde el primer boceto, y ése fue el puntapié inicial para que el equipo Gratia desplegara su magia.

Fue un trabajo conjunto entre nuestros talentos creativos, audiovisuales y de redes para desarrollar el perfilado del personaje, los guiones y toda la producción de los episodios de Dude y su maravillosa vida.

Bueno, no tan maravillosa. Honestamente, Alexa no le suele hacer las cosas muy fáciles. 😳

https://vimeo.com/1044184098 https://vimeo.com/1044184023

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Future-Proofing: prepará tu marca para el futuro.

Hoy, en Gratia nos levantamos picantes, así que a este snack lo arrancamos con una ráfaga 💥💥💥💥 de factos:

💥El cementerio está lleno de marcas que durante décadas fueron indiscutibles.

💥Lo que te trajo hasta acá no necesariamente te llevará hasta el futuro.

💥Se acabó eso de que el grande le gana al chico; ahora es el ágil quien le gana al lento, independientemente del tamaño.

💥No todas las marcas pueden crear el futuro inventando el cambio. Si es tu caso, maravilloso, pero ésta no es la realidad de la mayoría.

💥Todas las marcas sí podrían anticiparse a lo que viene, no sólo para sobrevivir sino para prosperar.

💥Las marcas que sobreviven son las que mejor entienden el cambio, lo integran en su ADN y lo convierten en ventaja competitiva.

Listo, dejamos el cañón humeante, pero recién estamos calentando para charlar sobre cómo anticipar tendencias y adaptar la estrategia de branding para asegurar la relevancia y el éxito a largo plazo.

Empecemos.

A todos nos pasa: el día a día nos devora, sin embargo, anticiparse a las tendencias futuras es lo más estratégico que existe, porque implica saber adaptarnos y cambiar para asegurar la relevancia a largo plazo. Por eso, construir una marca preparada para el futuro no debería ser una opción sino una obligación y hasta un job description para cualquier gerente de Marketing (o agencia que lo acompañe… holis…).

Habiendo dicho eso, acá te compartimos algunos accionables para que puedas anticipar tendencias, diseñar marcas más resilientes y prepararte para los desafíos del mañana sin perder de vista las necesidades del presente.

 

Dejá de ser reactivo: convertite en un futurista pragmático.

En otras palabras, complementá tu cabeza para observar el futuro a través de múltiples lentes, asumiendo que no te las sabés todas y estás lleno de sesgos. Es vital pedir ayuda a personas o consultoras para analizar tendencias desde diferentes disciplinas: tecnología, sociología, economía, cultura, sostenibilidad, antropología, etc.

Quizá sea buena idea crear un “trend council” o think tank dentro de tu empresa: un equipo multidisciplinario que identifique y analice señales emergentes (cada cierto tiempo, mínimo dos veces al año, aunque puede ser más frecuente, dependiendo de tu industria) y lo use para tomar decisiones. Esto es porque una marca future-proof no espera al cambio; lo va moldeando, a su escala y en su industria. Este “trend council” debería usar la prospección estratégica para crear productos y analizar el branding y la propuesta de valor de la marca. Hay un montón de metodologías para ello; una bastante conocida es el análisis P.E.S.T.E.L. (Político, Económico, Social, Tecnológico, Ecológico y Legal) o tendencias de macrocambios culturales: algo que hoy puede estar alejado de tu marca, mañana la puede matar o beneficiar.

También, prestale atención a tus indicadores o patrones de consumo. ¿Están cambiando, hay algún insight de preferencias de los consumidores? Tratá de conectar cada tendencia que encuentres con tu propia realidad, para entender si dicha tendencia puede ser neutra, beneficiosa o perjudicial. Con eso, estarás siempre un paso adelante.

 

La big data no reemplaza la intuición. Hasta la puede anular, ¡cuidado!

Acabamos de decir que hay que informarse mucho con múltiples fuentes y, para eso, la big data es fundamental; pero confiar ciegamente en ella puede llevarte al estancamiento. Lo cuanti no siempre muestra lo cuali. Las marcas más resilientes combinan análisis cuantitativo con un entendimiento cualitativo de su audiencia. Está buenísimo usar los datos para entender patrones, pero sin dejar de invertir en entender las emociones detrás de esos patrones.

Las métricas tradicionales, como el reconocimiento de marca o el NPS, seguirán siendo relevantes, pero el futuro del branding exige indicadores más profundos. ¿Cómo se mide la adaptabilidad o la relevancia cultural? Hay algunas métricas a explorar, como el índice de resonancia cultural (mide qué tan bien conecta tu marca con los valores emergentes de la sociedad) o el índice de colaboración (mide qué tan dispuesta está tu comunidad a participar en co-creación de productos). Investigalas.

Por definición, el futuro es lo que no existe. Los datos son el pasado y sólo es la intuición la que crea lo nuevo. Dale espacio a tu equipo para experimentar, probar y arriesgar en terrenos desconocidos.

Amamos esta frase hermosa: la innovación nace de la intuición informada.

Un ejemplo es el de Patagonia, que construyó su narrativa en torno a la sostenibilidad mucho antes de que fuera un “must-have”. Esto partió de una intuición y convicción, no de big data. Hoy, este enfoque les otorga relevancia en un mundo hiperconsciente del cambio climático.

 

Pensá en ciclos, no en linealidad.

Las estrategias de branding tradicionalmente se plantean de forma lineal: investigación, implementación, evaluación. Pero el futuro demanda ciclos iterativos y constantes ajustes. El caso de Netflix es super conocido: de alquiler de DVDs a streaming, y ahora productora de contenido propio. Su estrategia de marca viene evolucionando al ritmo de las demandas del mercado.

¿Podés aplicar algo similar a tu marca? ¿Podés resolver distintas necesidades o amplificar tu propuesta de valor?

 

¿Cuán adaptable es tu narrativa? ¡Hacela lo más flexible posible!

La rigidez mata. Construir una narrativa que pueda evolucionar sin perder su esencia, es clave para la longevidad. Las marcas que sobreviven al cambio entienden que el storytelling no es estático sino modular, y se va adaptando a todas las generaciones. El famoso Just Do It de Nike resuena con audiencias tan diversas como activistas sociales y atletas de élite, sin perder coherencia.

Acá el secreto es definir valores universales claros que sirvan como tu “norte verdadero”. Esa universalidad le permitirá a tus campañas y mensajes ser lo suficientemente flexibles para ajustarse a distintos contextos culturales o tecnológicos.

Una buena idea es establecer puntos de evaluación periódicos para revisar tu posicionamiento y ajustar tu narrativa. ¿Sigue resonando tu mensaje? ¿Estás comunicando con el mensaje correcto? ¿La propuesta de valor y el tono de mi marca siguen siendo relevantes para las nuevas generaciones?

 

De lo transaccional a lo transformacional: el branding como experiencia viva.

Algo fundamental para cualquier marca que quiera seguir existiendo en el futuro: disolver los silos de la experiencia cliente. Diseñá o reconfigurá tu estrategia desde una perspectiva de experiencia total. Pensá en cada interacción, desde un post en redes sociales hasta el empaque de tu producto, como un momento para sorprender y conectar emocionalmente con tu audiencia.

Ya no basta con tener un logo bonito y una promesa aspiracional; las marcas más exitosas del futuro serán aquellas que no sólo vendan productos o servicios, sino que creen experiencias transformadoras y coherentes. Los consumidores cambian sus hábitos de compra hacia marcas que ofrecen experiencias personalizadas.

 

Construí comunidades, no sólo audiencias.

Con toda la tecnología que tenemos a mano, ¿en serio no estás escuchando a tus clientes para mejorar tus productos y servicios? ¿En serio no los involucrás en el I+D? El éxito se redefine en términos de comunidad: el branding del futuro no consiste en hablar, sino en escuchar y co-crear con tus usuarios.

Las comunidades generan lealtad y otorgan a tu marca un carácter humano que las estrategias tradicionales no pueden replicar. Por ejemplo, Lego permite a sus fans contribuir con ideas para nuevos productos a través de su plataforma LEGO Ideas, uniendo creatividad colectiva con innovación de producto.

Podés empezar creando espacios donde tus consumidores puedan interactuar directamente con vos y entre ellos. Podés premiar y destacar las contribuciones de tu comunidad, para reforzar el sentido de pertenencia. Hacelos sentir parte de algo más grande.

Las marcas del futuro no serán sólo marcas; serán plataformas para construir comunidades. Esto significa ir más allá del cliente para incluir a colaboradores, partners y hasta competidores. ¿Por qué? Porque las marcas comunitarias son más difíciles de reemplazar, el cliente siente que se las adueña y generan lealtad a largo plazo.

 

Sé la marca que educa, enseña y evoluciona.

Podríamos pensar que esto le toca a la marca líder, pero también cualquier marca puede (y debe) hacerlo. Las marcas que invierten en educar a sus audiencias no sólo fortalecen su autoridad, además crean un vínculo de confianza. Podés crear tutoriales, usar expertos, ayudar con troubleshootings, ser la primera que explica lo nuevo.

En definitiva, desarrollá contenido de alto valor que eduque a tu audiencia y resuelva problemas concretos. Los blogs, webinars y newsletters siguen siendo herramientas poderosas cuando se hacen bien (¿qué opinás del nuestro?).

 

La tecnología puede ser una aliada, o una bolsita de espejitos de colores.

Mil veces nos dicen “che, salió tal red, ¿armamos el perfil?”.

No necesariamente”, respondemos. Una marca preparada para el futuro utiliza la tecnología de forma estratégica. El branding no se trata de acumular gadgets o subirse a todas las plataformas emergentes. La clave es entender cómo las tecnologías actuales (IA generativa, blockchain, metaverso) pueden amplificar los valores centrales de tu marca y la experiencia del usuario. Y lo que no sirva, no usarlo. Sentido común.

 

La sostenibilidad ya no es opcional.

Los consumidores ya no sólo quieren que las marcas vendan productos; quieren que tengan un impacto positivo en el mundo. Según PwC, algunos consumidores dicen que están dispuestos a gastar un 9,7% más, en promedio, en bienes producidos o de origen sostenible, ya que casi nueve de cada diez (85%) informan que experimentan de primera mano los efectos disruptivos del cambio climático en sus vidas diarias. Hoy no basta con “verse verde”, porque las audiencias son cada vez más expertas en detectar el greenwashing o cualquier otro washing.

La solución es ser reales, y transformar la sostenibilidad en una parte genuina de tu ADN. Sólo a partir de eso vas a poder comunicar con transparencia y sin riesgos de que alguien descubra que exagerás, ocultás o mentís. Es mejor decir que estás trabajando en desafíos para ser completamente sostenible y compartir tus planes de mejora, que dar a entender que sos la Madre Naturaleza hecha empresa.

Tené en cuenta que la sostenibilidad ya no es una ventaja competitiva; es un estándar esperado. Sin embargo, no cualquier acción verde servirá. Las marcas que realmente prosperarán serán aquellas que alineen sus esfuerzos de sostenibilidad con su propósito. Volvemos a usar a Patagonia como ejemplo: no sólo vende ropa, además vende la idea de cuidar el planeta y sus acciones y management están en total coherencia con ese propósito.

 

Y para cerrar, comprate una bola de cristal. No, mentira: preparate para el futuro, pero no olvides el presente.

A esta altura del snack de Future-proofing asumimos que nadie cree que es posible predecir el futuro con exactitud, porque siempre habrá imprevistos o cisnes negros. Pero eso no quita que haya que abandonar toda prospección, lo obligatorio es ser lo suficientemente prospectivos para adelantarse (aunque sea un poquito) para cuando ocurra lo previsible.

Una marca preparada para el futuro es una marca viva: evoluciona con propósito, escucha a su audiencia y lidera (o se auto-lidera) en vez de reaccionar. Por eso, es super importante que los equipos de Producto y Marketing piensen en el futuro como un ejercicio dinámico, constante, como parte de lo cotidiano. Si no lo estás haciendo, bueno, ya sabés por dónde empezar (chau bola de cristal, fuiste un lindo adorno hogareño, snif snif)..

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Employee Advocacy: hacelo auténtico o ni te molestes.

Cuando en Gratia conversamos con clientes sobre marca empleadora y nos consultan específicamente sobre Employee Advocacy, lo primero que hacemos es aclararle que, si bien el concepto tiene potencial, hay que ser cuidadosos. Porque, si no es genuino, puede tener poca efectividad o hasta volverse contraproducente. En este snack 🍿juguemos a que vos sos una empresa y nosotros somos… claro, somos nosotros.

 

¿Qué es el Employee Advocacy, realmente?

Lo básico es fácil de entender: nos referimos a cuando los colaboradores de una organización actúan como embajadores de la marca, compartiendo contenido, difundiendo hitos, la cultura organizacional, y promocionando los valores de la empresa en sus redes y fuera de ellas. Es una estrategia potente, porque las personas suelen ser más confiables que las marcas mismas.

Pero aquí está el Santo Grial: la clave del éxito radica en la autenticidad. Si tus colaboradores sienten que están “obligados” a compartir, o que lo están haciendo por presión, no sólo fracasará la estrategia, sino que puede dañarse la imagen de marca.

Inside-out: real + auténtico. Lo verdadero y verosímil como principio.

El marketing de influencers mostró que los consumidores valoran la autenticidad sobre todo. Olemos lo fake a 20 kilómetros de distancia. Eso mismo pasa en el ámbito de marca empleadora: imaginate que alguien vea a tu equipo “haciendo publicidad” de tu marca de manera superficial o copypasteando un texto en Linkedin. ¿Qué mensaje de autenticidad enviamos?

Por lo tanto, una estrategia de Employee Advocacy sólo tiene valor si se basa en lo real y cuenta con autenticidad. El contenido compartido por los colaboradores será creíble y fresco si es un reflejo de la cultura, propósito, valores y experiencias internas. Es más: si lo escriben naturalmente, aún sin una perfección estilística, será mucho mejor que si se notara una mano publicitaria detrás.

Siempre debe nacer desde la íntima convicción y dar a entender que es personal.

 

¿Se puede fomentar una cultura auténtica de Employee Advocacy? ¿Y cómo?

Sí se puede. Acá te contamos varios cómos.

1. Tener materia prima: la condición esencial. ¿Quién puede hablar del propósito, cultura o valores de su empresa, si no los conoce? ¿Quién va a escribir cosas lindas si experimenta vivencias poco agradables? El EA siempre tiene que arrancar desde el interior y “desbordar” hacia el exterior. Como con los edificios, muchas veces hay que empezar solidificando la base, empezando a comunicar internamente para luego poder difundirlo externamente. 2. Escucha activa: si ya tenés la materia prima, tu rol es trabajar en marca empleadora y buscás alinear el programa de Employee Advocacy, un paso importante es escuchar al equipo. ¿Qué piensan sobre la empresa? ¿Qué retos enfrentan? ¿Qué valoran de su cultura? ¿Cómo se sienten difundiendo todo eso en sus redes? ¿Qué los motiva, frena, estimula, preocupa a la hora de hablar sobre la empresa en sus ámbitos? Es fundamental establecer rituales y canales en donde puedas captar esto, para aprender, disolver barreras y estimularlos. 3. Capacitación y empowerment: el Employee Advocacy no es sólo compartir posts en LinkedIn. Como decíamos en el punto anterior, se trata de empoderar a tus colaboradores para que compartan su experiencia y estén atentos a ocasiones para hacerlo (¡vital!). Equipalos con las herramientas necesarias (textos base, fotos, contenidos, etc), pero también asegurate que tengan claros los valores y visión de la empresa para que puedan compartirlos con sus propias palabras. El copypaste se nota. Ayudalos con ideas de temáticas y formatos; no todas las personas estudiaron comunicación o tienen el olfato de un comunicador. Lo que para vos es sentido común, para otro puede ser un hallazgo alucinante. 4. Walk the talk: los colaboradores deben sentir que lo que promueven internamente está alineado con lo que la empresa realmente hace. No se trata de darles contenido vacío para compartir, sino de asegurarse de que la narrativa sea coherente con la vivencia real. Y si no, mejor no decir nada. 5. Reconocimiento y recompensas: reconocer es un factor importante. Sin embargo, y por experiencia, asegurate de que este reconocimiento sea orgánico y basado en el mérito. Los incentivos extrínsecos (como premios o bonificaciones) pueden ser útiles, pero lo ideal es que se sientan valorados de forma intrínseca. Si todo es transaccional, el Employee Advocacy pierde autenticidad o se vuelve inmanejable.

¿Por qué lo auténtico siempre gana?

La autenticidad no es sólo un bonito concepto, es una estrategia que genera resultados tangibles. Cada colaborador tiene un círculo de personas que lo escucha, una audiencia propia a la que quizá tu marca no llegue. Cuando éstos realmente se sienten parte de la misión de la empresa, su voz resuena con más fuerza en sus ámbitos de influencia. Cada mensaje compartido tiene mayor probabilidad de ser escuchado y creído, porque proviene de una fuente confiable y auténtica que comunica tal como es.

Y la pregunta del millón: ¿es aplicable en tu empresa?

Si y sólo si tenés la base sólida: una valoración REAL por el colaborador, un propósito claro, principios culturales conocidos y orgullo genuino por lo que se hace. Si eso existe, ¡felicitaciones, tenés el punto de partida para empezar a construir tu estrategia de Employee Advocacy!

Como premisa siguiente, recordá que la autenticidad no es negociable, porque es lo único que te garantiza el impacto real. Si lográs que tus colaboradores se conviertan en defensores genuinos de tu marca, el retorno será más que positivo: el EA habla para adentro (retiene talento) y para afuera (atrae la mirada de posibles futuros colaboradores).

Después viene armar el programa propiamente dicho, pero eso lo dejamos para otro posteo.

¿Comentarios?

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¿Atención fragmentada? ¡Contenido interactivo!

Hola, marketer, sacanos de una duda: ¿cuántas veces tuviste miedo de que tu contenido, que tanto laburo te dio, se perdiera en el mar de un scroll infinito? A cualquiera le pasa (en Gratia también tenemos el mismo miedito) y la verdad es que, en esta era de la atención fragmentada, el contenido estático ya no alcanza: la gente no quiere sólo ver, quiere sentir, participar, ¡vivir una experiencia! Y ahí es donde la interactividad nos salva las papas.

Empecemos por lo que ya no alcanza: la foto linda, el texto perfecto y el videito viral. Hoy, la vara del compromiso está más alta. ¿Por qué? Porque el usuario está sobreestimulado, escéptico y tiene el control absoluto sobre lo que consume. Si tu contenido no le da algo para hacer, para responder, para descubrir, ¡chau! Nos vimos en Disney.

 

Más que “Me Gusta”: la era del “Yo Participo”.

El “me gusta” se volvió moneda corriente. Una acción vacía, casi un gesto de indiferencia. La verdadera conexión se genera cuando el usuario deja de ser un espectador pasivo y se convierte en un agente activo de la experiencia. Y ahí es donde la interactividad se pone la 10: quizzes, encuestas, juegos, realidad aumentada o virtual, experiencias 360°… las herramientas están ahí, ¡solo tenés que usarlas con ingenio!

Pero ojo, no se trata de poner un botón interactivo por poner.

La interactividad tiene que tener un propósito, tiene que ser parte de una estrategia que genere valor real para el usuario. ¿Querés ejemplos?

* Cuestionarios que educan: un test sobre tendencias de marketing que te deje reflexionando y te dé herramientas para tu día a día. * Encuestas que escuchan: una encuesta sobre qué tipo de contenido prefiere tu audiencia para saber qué camino tomar. * Juegos que enganchan: un juego temático para promocionar un nuevo producto, que se vuelva adictivo y te haga interactuar con la marca de manera divertida.  

Tres hallazgos que nos da la experiencia y que podrían ser extrapolables a tu estrategia:

1. Las personas buscan experiencias interactivas al realizar búsquedas online. 2. La gente quiere interactuar y sentirse importante, dar su opinión, chusmear cómo van los porcentajes de una encuesta. 3. El contenido interactivo puede generar hasta el doble de conversiones que el estático. El engagement se traduce en números concretos, esos que tanto bien hacen cuando están en un reporte de performance de redes.  

Y ojo, que la cosa no termina ahí. Los avances en la inteligencia artificial y la realidad aumentada están abriendo un abanico de posibilidades impensadas. Imaginate esto: en un futuro no muy lejano, tu contenido va a poder responder a la voz, a los gestos y hasta a las emociones del usuario.

Esto ya se experimenta en ciertos retails, donde el computer vision capta el perfil y las microexpresiones de las personas que ingresan al local, y ofrece un producto personalizado. Onda, si en una cafetería te ven medio dormido, la oferta es el Super Mega Shot de Café para levantar; y si te ven con pilas, la oferta es el Café Equis para seguir con energía. Esto está pasando, no es ciencia ficción.

 

El marketing de la experiencia: el futuro ya llegó.

La interactividad no es una moda pasajera, es una evolución lógica, porque estamos pasando del marketing de interrupción (el pop-up molesto) al de la experiencia, donde el usuario es el protagonista. Y, como profesionales del marketing, nuestro desafío es crear contenido que lo involucre, que lo haga sentir parte de algo, que le deje una huella.

La clave está en ponerse en los zapatos (o zapatillas, ojotas, zuecos, etc) del usuario. ¿Qué lo divierte? ¿Qué lo intriga? ¿Qué lo emociona? Y, a partir de ahí, desarrollar experiencias interactivas que sean relevantes, significativas y que le den ganas de participar.

 

SNACK para llevar y accionar rápido (te prestamos el Tupper, ¡pero devolvelo que es el único que tenemos!):

* Pensá en el usuario: el contenido interactivo debe ser intuitivo, fácil de usar y sobre todo, relevante para tus seguidores. * Buscá la profundidad y el valor en cada comunicación. No te quedes en lo superficial: la interactividad va más allá de un botón. * Experimentá con diferentes formatos: no te cases con una sola opción. Hay muchas opciones que podés explorar. No aburras. * Medí y analizá: la interactividad también se mide. Usá los datos para refinar tu estrategia y seguir mejorando. * No le tengas miedo al futuro: la tecnología avanza más rápido que Colapinto. Preparate para las nuevas formas de interactividad que están por venir.  

Si te tenés que llevar una sola cosa de este snack (acordate de devolver el Tupper) es que la interactividad es el nuevo lenguaje del engagement. Dejá de crear contenido para ser visto y empezá a crear experiencias para ser vividas. ¡A jugar, preguntar, desafiar… lo que sea!

Gracias por leer este Gratia snack. ¡Ahora andá a crear algo increíble!

 
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