La psicología de la creatividad en equipos de alto rendimiento
En Gratia nos hicimos esta pregunta: ¿qué pasa si dejamos de ver la creatividad como un acto heroico individual y la abordamos como un fenómeno colectivo? Es decir, sin que sea exclusiva del área creativa, sino amplia, donde todos formamos un enjambre de mentes creativas. Ahí es donde las cosas se ponen interesantes. Pero muy desafiantes.
Como primer paso, hay que entender que los equipos de alto rendimiento creativo no surgen por casualidad, sino que se diseñan y nutren de ciertos factores básicos. A nuestro criterio, son cuatro, nada más:
1. Seguridad psicológica.
2. Diversidad cognitiva.
3. Flujo de trabajo efectivo.
4. Manejo del conflicto constructivo.
Veamos cada uno, en su versión snack 🍓
1. Seguridad psicológica: sin confianza, no hay ideas locas (ni brillantes).
Imaginá una reunión creativa: todos están callados, mordiéndose las uñas, porque alguien del equipo suele desarmar las ideas más arriesgadas con una mirada. Resultado: pura mediocridad.
La seguridad psicológica, un término popularizado por Google en su estudio Project Aristotle, es la base para la innovación en equipo. Es la sensación de que cualquiera puede proponer ideas (incluso absurdas) sin miedo al juicio o la humillación.
Te damos un par de tips: el primero, ¡escuchá! Creá espacios en donde todas las ideas sean escuchadas antes de ser evaluadas o rechazadas. Hay dinámicas que ayudan, como romper el hielo con “el peor concepto posible” y generar risas… o genialidades inesperadas.
El segundo tip: frená al que genera inseguridad en otros. Si sos vos, replanteate la manera en que confrontás o hacés sentir inseguros a los otros. Si es alguien de tu equipo, tené una conversación profunda mostrando los efectos que produce su sabelotodismo y maneras de minimizar o confundir a los demás.
2. Diversidad cognitiva: más mentes distintas, menos cajas de resonancia.
Que todo pensemos igual es comodísimo, pero la creatividad ama los choques de perspectivas. Los equipos con diversidad cognitiva (distintos estilos de pensamiento, experiencias y enfoques) son más rápidos y ricos para resolver problemas complejos.
Sin embargo, cuidado con la trampa de la diversidad: no se trata sólo de sumar perfiles exóticos al equipo; es cuestión de hacer que esas diferencias sumen, no choquen o sean imposibles de integrar. Ser exótico no significa ser talentoso, ni mucho menos contributivo.
Cuando vayas a armar un equipo, mezclá disciplinas y dejá en claro lo que cada uno sabe y en lo que puede contribuir. Un creativo publicitario trabajando con un data scientist o un UX designer puede crear ideas que de otro modo nunca habrían nacido.
3. Flujo de trabajo: o flow, para los amigos.
¿Escuchaste hablar del estado de flow? Es ese momento en que el tiempo vuela porque estás completamente inmerso en una tarea. Ahora, imaginá a todo un equipo entrando en ese modo sincronizado.
Para que ocurra, las tareas deben ser lo suficientemente desafiantes para estimular, pero no tanto como para generar frustración. Además, las interrupciones constantes (notificaciones, reuniones innecesarias) son el enemigo número uno del flow.
Para evitar que los equipos creativos pasen su tiempo en tareas “manuales” como buscar información o coordinar entregas, una excelente y necesaria idea es automatizar procesos. Esto libera espacio para el pensamiento estratégico y las ideas brillantes.
Nuestro consejo es que automatices todas las cosas rutinizables, para no perder tiempo en tonterías manuales. Y procurá diseñar “bloques de creatividad” en el calendario del equipo, libres de distracciones, en donde todos entiendan el propósito detrás de ese espacio, porque un objetivo claro fomenta el enfoque.
4. Manejo del conflicto constructivo: la fricción adecuada enciende chispas.
Los grandes equipos no evitan el conflicto, lo usan como motor. La clave está en diferenciar el conflicto destructivo (peleas personales, egos descontrolados) del conflicto constructivo, ése que surge cuando las ideas se desafían con respeto, ánimo constructivo y curiosidad. Luchan las ideas, no los egos. Se busca llegar a la verdad, no ganar una discusión.
Los equipos que practican debates constructivos tienden a producir soluciones más innovadoras. ¿La razón? La fricción bien manejada obliga a pensar más allá de lo obvio, los egos se pulen y las ideas son más ricas.
Esto es un tema cultural. Si en tu equipo hay reglas del juego claras para el debate, todo es más sencillo. La básica es que se atacan las ideas, no a las personas. Hay herramientas super útiles para ayudar a los inseguros o introvertidos, como el brainwriting (escribir ideas antes de discutirlas), que nivelan el campo y dan voz a los que les cuesta hablar.
¿Y ahora qué?
Como vimos, creemos que un equipo creativo no es un grupo de genios aislados, sino una máquina bien aceitada donde cada engranaje cumple su función (perdón la metáfora del siglo XIX). Esto requiere liderazgo consciente, sistemas de trabajo bien diseñados y, sobre todo, una cultura que valore tanto el riesgo como el respeto.
Si sos líder o formás parte de un equipo, podés preguntarte:
* ¿Estoy fomentando la confianza para que todos se animen a aportar?
* ¿Estoy aprovechando la riqueza de perspectivas en mi equipo?
* ¿Cómo puedo optimizar los flujos de trabajo para liberar más tiempo creativo?
* ¿Estamos debatiendo las ideas de manera constructiva, o sólo evitando conflictos?
La creatividad colectiva no es un arte misterioso, es una ciencia aplicable. Así que, la próxima vez que tu equipo enfrente un desafío, recordá: no necesitás más tiempo o presupuesto. Sólo necesitás hacer que las condiciones sean las adecuadas para que las ideas fluyan y las personas se sientan seguras y estimuladas para contribuir.
Gracias por leer este Gratia snack. ¡Ahora andá a crear algo increíble!
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